martes, 26 de mayo de 2015

EL PRIMER AUTO DE ROJAS







En los primeros años del siglo veinte, los habitantes de Rojas tuvieron la sorpresa de ver un carruaje que avanzaba sin caballos. Era un “International”, modelo 1900, que había adquirido Pedro J. Ramello. Su larga historia se integra con vanidosos paseos, luego el abandono, la resurrección y su desfile en los corsos de carnaval. Como hazañas, una ascensión hasta el Cerro de la Gloria y un romántico casamiento.
1900/1980
EL PRIMER AUTOMOVIL
Escribe: Ariel Labrada
 
Los asombrados habitantes de Rojas, en los primeros años del siglo XX, vieron circular un carruaje que no era tirado por caballos y que dejaba a su paso una estela de explosiones con olor a gases de combustión. Se trataba de un automóvil marca International, fabricado en el año 1900.
Su velocidad máxima era de cuarenta kilómetros por hora y estaba impulsado por un motor a nafta de dos cilindros, ubicado debajo del piso de la carrocería. Hacía un ruido muy característico: “paf-paf, paf-paf, paf-paf…”







No tenía lo que hoy denominamos “batería eléctrica”. El encendido lo producían dos pilas, similares a las que se usan actualmente para linternas, pero de gran tamaño: unos ocho centímetros de diámetro y veinticinco de largo
Sus ruedas no estaban equipadas con neumáticos, sino que eran de madera enllantadas con hierro como las de un sulky o una diligencia, pero tenían encima una capa de goma maciza de una pulgada de espesor. No poseía faros que iluminaran el camino, sino solo dos de kerosene que servían más de adorno que para utilidad práctica. A manera de bocina tenía una corneta, que sonaba cuando la mano del conductor apretaba una perilla de goma.

Como en aquella época no existían las estaciones de servicio ni los surtidores de combustibles, cabe deducir que el Sr. Ramello recibía la nafta en latas de aproximadamente cuarenta y cinco litros (paralelepípedos con base cuadrada de unos 30x30x50 cms.), que le mandaban desde Buenos Aires, por ferrocarril.
Todo hace pensar que el vehículo ha sido utilizado más para pasear que para trasladarse al campo. Una de las debilidades humanas, la vanidad, debe haber aflorado en su dueño cuando circulaba orgullosamente por las calles de nuestra ciudad, sin ningún pavimento pero con multitud de curiosos que salían de sus viviendas para verlo pasar.
EL PROPIETARIO
Un “caracterizado vecino” (como se estilaba decir en aquella época), Pedro Jorge Ramello, que poseía más de cuatrocientas hectáreas de campo, la mayoría en la zona denominada “suerte de chacras”, cercana a la ciudad y que también tenía una vivienda de calidad frente a la Plaza Rivadavia, fue el audaz propietario del novedoso vehículo.
Casado con Rosa María Acerbo, no habían tenido hijos pero criaron con mucho cariño a Margarita Macías como si lo fuera. Ella heredó todos los bienes, entre los que estaba el “International modelo 1900”.
ABANDONO Y RESURRECCIÓN
En la década de 1920, cuando aparecieron los “Ford T” con neumáticos y capota plegadiza, aquel vehículo pasó a ser obsoleto y, al mediar algún desperfecto, dejó de circular. Su propietario adquirió un nuevo automóvil acorde con la época y el “Internacional” quedó paralizado en un galpón.
Unos treinta años después, en 1950, ya no estaba Don Pedro en este mundo. Margarita, su heredera, se vinculó con un inteligente mecánico, Rodolfo Leggeri, que hizo la proeza de ponerlo en funcionamiento. Con él se exhibieron en los corsos carnavalescos de nuestra ciudad y entusiasmados por la admiración que causaban, decidieron incursionar en otros lugares, con ese automotor que va contaba con cincuenta años de antigüedad.



LA PROEZA
Las ciudades de Salto, San Pedro, Junín, Río Cuarto y Mendoza, entre otras, presenciaron el paso del histórico vehículo, comandado por Rodolfo Leggeri ataviado con traje, moñito y sombrero hongo a la usanza del 1900, acompañado por Margarita que lucía vaporosos vestidos de igual época. Frecuentemente se sumaban otros amigos arropados en forma similar.
En 1953, el entusiasmo los llevó a participar en un desfile de la Fiesta de la Vendimia. Transportaron el viejo automóvil sobre un camión y, cuando lo pusieron en marcha, no solo recorrieron las calles de la ciudad de Mendoza, sino que, en un alarde de audacia, lo enfilaron hacia el Cerro de la Gloria, y llegaron hasta la cima. ¡Una máquina que contaba con más de medio siglo!
EL CASAMIENTO
En algunas de esas andanzas, Margarita iba acompañada por su novio, Amador Moral. Así llegaron en 1955 a los corsos de Río Cuarto y, sin vacilaciones, decidieron casarse. Se presentaron en el Registro Civil con el viejo automóvil y el atuendo a la moda de principios del siglo XX y cumplieron las formalidades legales.

La cosa no fue tan fácil con la Iglesia Católica. El cura párroco tuvo dudas porque le parecía una falta de respeto a la solemnidad tradicional de ese sacramento… pero al final optó por el “aggiornamento” y así se agregó a la historia de este automóvil un aire de novela y perfume de otros tiempos.

La revista “Mundo Argentino”, que era la de mayor difusión en el país, le dedicó una extensa nota donde Margarita confiesa que ha hecho todo eso “por espíritu de aventura (…) deseo ancho y claro de estimular la vida (…) con el solo propósito del amor y el bien”.





EL FINAL
Unos cuantos años después falleció Margarita y todo quedó en manos de su esposo. El International nunca más participó en los corsos ni salió a la calle. La salud de Amador Moral se fue deteriorando paulatinamente y, más de uno, le acercó la idea de dejar el automóvil para el Museo Histórico de Rojas. No contestó con un “no”, pero tampoco dio el “si”. El tiempo fue pasando hasta que llegó su deceso y los herederos lo vendieron en forma bastante silenciosa a un coleccionista que –según versiones- pagó veintidós mil dólares.
No hemos logrado descubrir la identidad del comprador, pero hay quien afirma que el vehículo –actualmente- está en Francia.
Ariel Labrada
Junio de 2010